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Crítica: La ruleta de la fortuna y la fantasía de Ryûsuke Hamaguchi


Crítica de «La ruleta de la fortuna y la fantasía» de Ryûsuke Hamaguchi | La segunda película de Hamaguchi que se estrena en 2022 es una recopilación de tres historias sobre cómo nos afecta el azar.


Sobre el duelo, el consuelo y el olvido

Con el reciente triunfo de Drive my car (Doraibu mai kâ, 2021) en los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas norteamericana (Academy of Motion Picture Arts and Sciences), el cineasta japonés Ryûsuke Hamaguchi encantó a las grandes audiencias. En México esta magna obra de tres horas de duración tuvo su llegada con bombo y platillo en el Festival Internacional de Cine de la UNAM, luego un estreno en cartelera comercial para después formar parte del catálogo de la plataforma MUBI, lo que la ubicó como una de las películas más interesantes de la temporada. Sin embargo, La ruleta de la fortuna y la fantasía (Gûzen to sôzô, 2021), hermana mayor y predecesora al hype mediático del premio Óscar, pasó un tanto desapercibida con una exhibición en el Festival de Cine Contemporáneo Black Canvas (donde formó parte de una retrospectiva del director) y ahora tendrá un recorrido en la edición 71 de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.

Al ser exhibidas internacionalmente el mismo año, las dos películas levantaron una ligera pero interesante discusión sobre cual era preferida del público, sin embargo, vale la pena hablar más de las virtudes de cada una o de cómo se integran en la gran filmografía de este revelador cineasta. Sin ánimos de hacer un extenso análisis entre sus diferencias, ambas apuestas parten de aspectos similares, pero en su estructura es donde encuentra cada una su virtud. La una y la otra cuentan con influencias teatrales y elocuentes discusiones que revelan los estados de ánimos enterrados en los corazones de sus personajes, pero mientras Drive My Car nos muestra de forma explícita una puesta en escena teatral, La ruleta de la fortuna y la fantasía opta más por inclinarse al cuento.

Durante tres relatos Hamaguchi nos cuenta la historia de una modelo que descubre que su mejor amiga está saliendo con su exnovio y decide ponerlo a prueba para saber si en verdad la ha olvidado; una aspirante a editora que es convencida por un amante de ponerle una trampa a un antiguo profesor que truncó su carrera; y, por último, una mujer que en la búsqueda de un viejo amor tiene un rencuentro inesperado con su pasado.


Para las tres historias Hagamuchi toma una tercera parte de la duración total de la cinta y nos plantea largas y reveladoras conversaciones, donde cada uno de los personajes tiene en algún momento una revelación que le permite continuar con su vida. Sin ánimos de ser muy cinematográficamente elocuente, la cinta transcurre ante nuestros ojos con planos muy gráciles y un montaje igual de simple, casi diluido, en el que la intimidad de los rostros y la suavidad casi susurrante de las palabras expresadas lleva a cerrar fuertes episodios de la vida de los personajes.

En la historia de la modelo el descubrimiento que le otorga el cineasta es el de dejar ir el pasado, luego de decidir que seguir buscando a su expareja puede lastimar a más personas, especialmente a su amiga quien luce ahora muy feliz por empezar una nueva relación. Mientras en la historia del profesor, el afán del personaje por dejar las puertas abiertas cada vez que alguien visita su oficina se desvanece luego de que queda engatusado por la alumna que lee un pasaje erótico de su propia novela, hecho que los conecta a un nivel emocional insospechado y revela entre ellos verdades que cambiarán su destino de forma trágica.


Finalmente, en el reencuentro entre dos «amigas» que creen haber coincidido en la preparatoria (pero resultan ser unas completas extrañas), una conversación ficticia y articulada les permite tener un cierre en sus vidas. A la primera de ellas el encuentro le brinda la oportunidad de despedir a su primer amor, y a la segunda de recordar a una vieja amiga cuyo nombre no le pasaba por la cabeza.

Durante estas mansas conversaciones Hamaguchi permite a sus personajes revelar con sutileza sus miedos más profundos y, con su minimalista propuesta de montaje, brinda al espectador la posibilidad de reflejar ecos de sí mismo en esas incertidumbres dichas en pantalla. Cada historia va del duelo, el consuelo y finalmente el olvido, mientras que las imágenes de Hamaguchi, que siempre apuesta por melodramas intensos pero tenues —al igual que en Drive My Car, Asako I & II (Netemo sametemo, 2018) o Passion (2008)—, se impregnan con delicadeza en la mirada del espectador que ya se ha enganchado más o menos en alguno de estos cuentos donde el azar permite identificar nuestros propios duelos. La ruleta de la fortuna y la fantasía de Ryûsuke Hamaguchi se exhibe como parte de la edición 71 de la Muestra Internacional de Cineteca Nacional.


La ruleta de la fortuna y la fantasía formó parte de la 71 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional y este texto fue publicado en Fotogenia.

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